Las ganas de trotar


Si bien las largas caminatas, la natación, el remo y el ciclismo ayudan a generar una condición aeróbica, el trote es la actividad más accesible para conseguir ese fin.Seguir Leyendo...

Entrenarse al ejercicio es inducir, a través de éste, una adaptación de nuestra biología para ser capaces de responder eficientemente. Así un cambio externo, un ejercicio, genera un cambio interno, una adaptación.

Y en esto, trotar es una de las grandes bases para la fundación deportiva y aeróbica.

Estas líneas son una reiteración, porque desde este punto de vista, el trote regular es magnífico, aumentando la potencia del sistema energético que transforma energía química en movimientos de larga duración. Es decir, el trote aumenta la potencia aeróbica, una adaptación que se refleja en un sistema respiratorio capaz de impregnar más oxígeno en la sangre en los pulmones; en un sistema cardiovascular capaz de hacer circular y entregar más sangre con oxígeno a los músculos; y en unos músculos con un sistema químico enzimático eficaz, capaz de "quemar" más grasas y azúcares, consumiendo más oxígeno, y generando más movimiento.

Esta adaptación aeróbica que induce el trote, se induce también en largas caminatas, sobre todo en pendiente, como en las excursiones, también nadando, o bogando, o practicando ciclismo. El ciclismo involucra una bicicleta, y un tráfico entre vehículos, la natación conlleva saber nadar y un lugar para hacerlo, las excursiones requiere de un escenario natural... Así parece que para el ser urbano, el trote es la más accesible de todas estas prácticas cuando de generar una condición aeróbica se trata.

El trote es natural, requiere las ganas, de un par de zapatillas y el mundo es nuestro, como en "Forrest Gump". Además de la fundación aeróbica procura un fortalecimiento músculo esquelético, y ese espacio mental de los llamados deportes de largo aliento. Un espacio mental refrescante, donde la mente divaga más en paz, con muchas pausas entre los pensamientos, que flotan a veces hasta extinguirse... y nuestra atención queda sólo puesta en sentir nuestro cuerpo, caliente, sudoroso, en movimiento. En una sensación animal elemental.

Ese espacio mental extático que queda después del trote, esa sensación de quedar "encendidos", se atribuye a ciertas hormonas neurotransmisoras que se liberan, llamadas endorfinas. Pero más allá de esta explicación química del éxtasis del ejercicio, y su adicción, lo cierto es que el trote en vez de dejarnos cansados, nos deja mucho más conscientes y cargados de energía para desenvolvernos.

Pero el trote... tiene sus "peros". Es un ejercicio de alto impacto. Es decir, en cada zancada saltamos, caemos y rebotamos contra el suelo, para dar otra. Miles de veces nuestros tobillos, rodillas, caderas y columna vertebral reciben y amortiguan el impacto de estas zancadas, amenazando su integridad por abuso, el que puede traducirse en lesiones, delatadas generalmente por dolores del tronco bajo y de las extremidades inferiores.

En este sentido, el ciclismo, pero sobre todo la natación, causan mucho menos impacto en nuestro cuerpo que el trote. Sin embargo, el trote puede ser desarrollado con precauciones que minimizan la posibilidad de lesiones de abuso.

En sujetos sedentarios estas precauciones deben ser seguidas rigurosamente, aconsejándose un examen médico previo antes de introducir el cambio que significa empezar a trotar. Este examen debe ser siempre realizado antes de comenzar una rutina de trote en personas con síntomas o bajo tratamiento de alguna dolencia; y, en general, a los adultos mayores de 35 años.

La carga de trote viene dada por la distancia, la pendiente y la velocidad de la carrera. Una progresión gradual de la carga es fundamental para prevenir lesiones. Una progresión gradual implica aumentos graduales de la intensidad del ejercicio, su duración y su frecuencia. A mayor edad, la progresión debe ser más lenta, evitándose siempre las zancadas largas.

Por eso, si no es deportista profesional, corra máximo día por medio, y aumente o disminuya su carga de acuerdo al biorritmo. Recuerde que en esos días bajos, el ritmo es la compensación del bajón. Detenga siempre el trote si experimenta un dolor.

Por último, hay que manejar el impacto. Comience calentando suavemente con zancadas cortas de bajo impacto, y progrese a zancadas más largas, que son de mayor impacto. Dése tiempo para que el cuerpo parta. Unos diez minutos. Luego elongue unos cinco, y parta de menos a más. Sepa que el pavimento es más duro que el asfalto. Trate de trotar en superficies blandas, y usar un calzado con la máxima amortiguación. El resto depende de usted. El éxtasis está al alcance de sus pies...

Fuente: www.emol.com