Correr, el deporte fundamental

En el trote descansan casi todos los programas de entrenamiento físico, pues al aumentar la capacidad de producir energía se eleva también la resistencia aeróbica del cuerpo. Hay que cuidarse, eso sí, de no exagerar las cargas.
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Aunque evolucionamos como bípedos recolectores, y nuestra mayor eficiencia energética viene dada por la marcha, correr en dos pies es parte de nuestro arsenal biomecánico a la hora de ejercer poder, para cazar, para huir o para saltar y para recorrer pequeñas grandes distancias en el menor tiempo posible.

Por eso, todos los programas de entrenamiento físico se sustentan en una base de carreras, de resistencia, cuya esencia es el trote, una actividad natural y muy completa.

Al correr, usamos todos los músculos del cuerpo, y ponemos a prueba nuestro sistema de producción de energía, un sinnúmero de eventos químicos y fisiológicos que sustentan el ejercicio en el tiempo.

Todo nuestro aparato músculo-esquelético trabaja, mientras el cuerpo entero se remece en cada impulso y en cada caída de una cadencia infinita que nos transporta a un espacio onírico, donde sentimos los latidos de nuestro agitado corazón, nuestra respiración y la energía que empieza a ebullir desde nuestro interior y que nos empapa de sudor.

Entramos al espacio del trote, de las carreras largas, una escuela. Básica. Simple. Quizás el deporte más económico de todos: sólo hacen falta las ganas, un par de zapatillas y el mundo es suyo...

Las ventajas del trote son los beneficios del deporte, donde siempre la carga es el factor clave a manejar para evitar lesiones de abuso. El entrenamiento a través del trote aumenta nuestra resistencia aeróbica, al desarrollar todos los sistemas involucrados en abastecer de energía a los músculos en contracción. El sistema cardiopulmonar, encargado de abastecer de oxígeno y energía química a las células, y los sistemas enzimáticos de generación de electricidad al interior de las misma células, en las mitocondrias, en la forma de ATP, un compuesto que se forma en ellas a partir de azúcares y grasas.

Toda esta máquina del cuerpo evoluciona con el entrenamiento de resistencia aeróbico inducido por el trote. Los pulmones respiran más, el corazón bombea más sangre, y los músculos son capaces de procesar más energía, y por tanto, contraerse más. Un hombre entrenado en el trote es un hombre más energético. Y tonificado muscularmente.

El trote y el gesto técnico de las carreras largas deben perfeccionarse, porque el trote es un deporte de impacto, y porque debemos ahorrar energía en cada paso. Dicho de otro modo, si trotamos mal nos lesionamos o somos menos eficientes, avanzando menos con la misma energía. La técnica del trote persigue avanzar más con la misma energía.

Una serie de artilugios que evitan el roce entran a tallar, y muchas alternativas de zapatillas, desde las de máxima absorción de impacto, a aquellas ultralivianas de maratonistas.

La zapatilla es importantísima, porque a la medida puede corregir vicios técnicos. Pero más lo es la técnica. Más allá del estrato de corredores de alto rendimiento, donde correr en exceso lleva al abuso, el trote es el deporte fundamental.

Al correr, usamos todos los músculos del cuerpo, y ponemos a prueba nuestro sistema de producción de energía.

Dr. Mauricio Purto (www.emol.com)

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